Educación

Alumnos y alumnas del Colegio Antonio Robinet descubren la historia del municipio, a través de unos protagonistas de excepción como son los mayores

Estudiantes de 5º de Primaria del centro educativo de Vioño, acompañados por su profesora Ana Holgado y cuatro compañeros de 3º de la ESO, entrevistan a los usuarios del Centro de día Pro Maiorem de Renedo para elaborar sus biografías en el marco del Proyecto de aprendizaje y servicio (ApS) en el que están participando este curso 2019-2020

Existen muchas formas de aprender ya que no todo el conocimiento se encuentra en los libros.

Lo saben muy bien los alumnos y alumnas de 5º de Primaria del Colegio Antonio Robinet de Vioño que junto con su profesora Ana Holgado y cuatro compañeros de 3º de la ESO -que forman parte del Plan de Mejora del Aprendizaje y el Rendimiento (Pmar II)- participan durante el curso 2019-2020 en un Proyecto de aprendizaje y servicio (ApS), desarrollado en colaboración con los usuarios del Centro de día Pro Maiorem de Renedo.

A través de esta novedosa propuesta educativa, todos ellos protagonizan unos encuentros intergeneracionales, donde los más jóvenes mejoran sus destrezas comunicativas y trabajan aspectos relacionados con la lectura, la escritura o la creatividad, al tiempo que conocen un poco mejor la historia de su municipio, de la mano de unos protagonistas de excepción como son los mayores.

Tras una primera cita celebrada en Navidad, donde compartieron una mañana de villancicos, manualidades y bingo, en esta ocasión, los estudiantes han regresado al centro de día, en Renedo, provistos de papel y lápiz.

El objetivo no era otro que recabar toda la información posible de hombres y mujeres como Santiago, Fernando, Mercedes o Julia para después poder elaborar, en clase, la biografía de cada uno de ellos.

Confesiones entre risas y alguna lágrima

El trabajo no ha siempre ha sido fácil. En ocasiones, por los nervios de los propios entrevistadores, que formulaban las preguntas demasiado deprisa o tan bajo que había que repetirlas, más de una vez, eso sí, un poco más alto y claro.

En otras, porque los entrevistados, ante la atónita mirada de los jóvenes estudiantes, decidían echarse una cabezada, permanecer callados o, incluso, se emocionaban al recordar historias o personas queridas que ya no estaban, provocando alguna que otra lágrima.

Sobre las mesas del Centro de día Pro Maiorem, los alumnos y alumnas del Colegio Robinet se apresuraban por escribir todo tipo de datos, fechas de nacimiento muy lejanas para ellos en el tiempo, como la de Leocadia, que llegó al mundo allá por 1925.

También, anécdotas como las compartidas por una emocionada María Luisa, quien no dudaba en explicar a sus jóvenes compañeros que, de niña, “iba a la escuela caminando” o que, “antes, se cocinaba lo que se podía”.

Otros como Adelaida o Fernando recordaban que habían empezado a trabajar con 16 y 15 años, si bien éste último guardaba buenos recuerdos de cuando era secretario del Comité intercentros en la antigua Cristalería Española. “Eso era vida”, afirmaba Fernando, quien apuntaba que viajaba mucho y cobraba “buenas dietas”.

Julia, quien bromeaba al decir a los estudiantes “soy más vieja que la orilla del río”, les contaba que, de niña, como ellos, “me encantaba saltar a la comba”.

Por su parte, una Mercedes algo despistada, quien preguntaba a sus compañeros de mesa, “¿quién es esa?” al ver una foto suya con sus hermanos, acto seguido rememoraba los tiempos en los que trabajaba de cocinera, además de cuidar de sus cuatro hijos.

Santiago volvía a arrancar las sonrisas de los más jóvenes al contarles que su cantante preferida era Rocío Dúrcal. Mientras éstos trataban de reconocer alguna canción de la artista en el móvil de la directora del centro, Mercedes se arrancaba a cantar “Mi carro”, de Manolo Escobar, su canción favorita.

“¿Y tú, qué pasa que no trabajas?”, le decía Julia a su compañero de mesa, mientras que, en la de al lado, María Luisa rememoraba sus años en una fábrica de La Penilla, donde había sido la encargada de elaborar el chocolate.

A punto de finalizar las entrevistas llegaba Milagros, contenta porque “nunca estoy mala, gracias a Dios”, pero también sonriente, “yo con todo el mundo me llevo bien, no riño ni con mi marido”.

Una vez más, hablaba de su profesora Leonor, de la Escuela de Zurita, que “era muy buena” y preguntada sobre cómo había conocido a su marido, respondía “en la fiesta de San Cristóbal, en Las Presillas”. ¿Te sacó a bailar?, querían saber los jóvenes. Y ella sonreía y decía “Sí y sigo con él, es bueno, así que no le cambio”.

Una partida de Scrabble y al cinquillo de los verbos

Como colofón a otra mañana especial y diferente, los protagonistas de esta historia jugaban unas partidas al Scrabble y al cinquillo de los verbos, tras las convenientes explicaciones de los más jóvenes a sus mayores.

Además, había tiempo para inventar historias, a partir de los objetos que aparecían en unos grandes dados de colores que pasaban de mano en mano.